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“El 95% de las cirugías prostáticas por tumor benigno son mínimamente invasivas”. El Mundo.

La hiperplasia benigna de próstata (HBP) es un agrandamiento no canceroso de la glándula prostática cuya prevalencia aumenta progresivamente con la edad. Para conocer
en qué consiste esta dolencia y cuáles son las opciones para su tratamiento, hablamos con el Dr. Enrique Pérez-Castro, uno de los especialistas de referencia en España.

PREGUNTA. ¿Es necesario tratar siempre la HBP?
RESPUESTA. No, en absoluto. Solamente cuando produzca problemas como, por ejemplo, si una persona tiene que orinar con tanta frecuencia que le haga la vida muy incómoda o que tenga que levantarse muchas veces por la noche y no pueda descansar. También es necesario tratarla cuando produzca infecciones por la orina retenida o se formen, por la retención, piedras en la vejiga. En el caso que la persona deje de orinar es cuando resulta imprescindible la cirugía, pero si no, no es necesaria; es un proceso totalmente benigno.
P. ¿Existen alternativas farmacológicas para tratarla o es mejor recurrir a la cirugía?
R. Las alternativas farmacológicas mejoran la situación miccional del paciente durante un tiempo, pero como la próstata sigue creciendo, al final casi siempre es necesaria la cirugía,
ya que la medicación oral para la próstata en los tumores benignos no cura sólo alivia durante un tiempo.
P. ¿Qué opciones quirúrgicas son las más frecuentes para esta dolencia?
R. Hay varias opciones. En la actualidad, la cirugía clásica prácticamente está abandonada y se usa casi exclusivamente en casos de próstatas de un tamaño absolutamente
excepcional y con complicaciones asociadas, como pueden ser grandes cálculos en la vejiga o grandes divertículos. En los demás casos, las alternativas, hoy en día, son muy poco agresivas. Quizá la más usada es el láser prostático en sus diferentes modalidades, que permiten una resolución rápida y eficaz con un ingreso en clínica tremendamente reducido y con una vuelta a la normalidad miccional y física a las 24 horas de la intervención, sin prácticamente complicaciones y, desde luego, sin afectar para nada a la función sexual excepto a la
función reproductora. De todos modos, hay que tener en cuenta que cuando un varón se opera de próstata, tener hijos suele ser su problema menos importante, por su edad.
P. ¿Para qué perfil de pacientes está indicada la cirugía?
R. Esta cirugía está indicada para prácticamente cualquier paciente desde que se empiezan a tener problemas prostáticos. Antes de los 50 son francamente raros, pero ocurren, y según
mi experiencia profesional pacientes con 95 años pueden ser intervenidos sin ningún problema, ya que la anestesia o es epidural o es una sedación simple con mascarilla intra
laríngea. En consecuencia, es muy difícil que un paciente no pueda ser operado a pesar de que tenga enfermedades colaterales importantes.
P. ¿Estamos hablando ya de abordajes mínimamente invasivos?
R. Hoy en día, prácticamente el 95% de los casos de cirugía prostática por tumor benigno se resuelven con cirugía mínimamente invasiva. Solo en casos excepcionales, como
hemos comentado antes, hay que recurrir a técnicas más agresivas.
P. ¿Cómo es el postoperatorio y la recuperación del paciente en un proceso de este tipo?

“En la actualidad, la cirugía clásica está prácticamente abandonada y se usa casi exclusivamente en casos de próstatas de un tamaño excepcional y con complicaciones asociadas”

R. La recuperación del paciente en este tipo de intervenciones mínimamente agresivas es rapidísima. El paciente normalmente ingresa una mañana y a la mañana siguiente, como
máximo, está en su casa sin sonda y orinando como cuando tenía 30 años; además, puede restablecer su actividad física y laboral a las 48 horas sin ningún problema.
P. ¿Puede la tecnología seguir evolucionando el método en que se trata la HPB? ¿Cómo ve el futuro de la especialidad?
R. La evolución de la cirugía es imparable e imprevisible. Hace muy pocos años necesitábamos hacer unas grandes incisiones abdominales para resolver el problema prostático
benigno, pero hoy en día resolvemos el problema sin ningún tipo de incisión y de una forma más rápida, elegante y eficaz. Por lo tanto, el futuro es totalmente imprevisible,
pero una cosa está clara: siempre irá a mejor.

SOBRE EL DR. ENRIQUE PÉREZ-CASTRO
Nacido en Madrid en 1950, desde 1980 y hasta 2023 ha sido Director/ Editor de la Revista y Vídeo “Archivos Españoles Urología”, y es Jefe de la Unidad de UROLOGIA en Hospital
Quirón La Luz.
Licenciado en Medicina y Cirugía por la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Madrid en 1974, inició su formación urológica en Stuttgart (Alemania) con el profesor Reuter. Realizó la especialidad en el Hospital Provincial (Gregorio Marañón en la actualidad) con estancias en Estados Unidos, (Martland Hospital en New Jersey, con el Prof. Iglesias) y en Alemania, con él Prof. Reuter. De 1978-1985 fue adjunto al Servicio de Urología en el Hospital La Paz de Madrid y profesor de clases prácticas de la Facultad de Medicina de la Universidad
Autónoma de Madrid.
Entre 1979 y 1980 inventó, desarrolló y patentó el ureteroscopio rígido, instrumento que revolucionó la Endourología permitiendo el acceso al 50% del aparato urinario superior,
que hasta ese momento estaba vetado a la vista del urólogo.
Miembro de las Sociedades Urológicas más importantes, es autor de más de 150 publicaciones científicas, presentaciones y películas de urología.

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